La semana pasada me senté a ver la entrevista entre Alexandra Lúgaro y Héctor Delgado (mejor conocido por algunos como Héctor “El Father”). La mayoría de la entrevista está enfocada en la vida de Héctor, desde su niñez, su carrera musical, y su conversión al cristianismo. Pero, una parte de la entrevista se enfocó en el tema del cristianismo, como tal, y ésta fue la parte que más me interesó.
En particular, hubo un comentario de parte de Héctor que se me quedó en la mente, e inspiró este escrito. “Por eso yo te digo que tú no eres atea,” le dice Héctor a Lúgaro. “Porque tú eres el espejo de muchas personas que están heridas.” En esencia, lo que Héctor está diciendo aquí es que muchas personas, por el mal comportamiento de la iglesia, pierden su fe en Dios. No quieren saber nada del cristianismo o de la religión, y a raíz de esto se declaran ateos. Pero, según Héctor, hay una diferencia entre la religión, y Dios. Y, uno no debería de permitir que el mal comportamiento de parte de algunos que dicen ser cristianos afecte su relación con Dios.
Esta idea de que Lúgaro es un espejo de muchas personas heridas se quedó conmigo, y al escuchar sus planteamientos en esta entrevista, pude ver que, en cierto sentido, es verdad. En esta parte de la entrevista, Lúgaro expresó algunos de sus problemas con la iglesia, pero nada de lo que dijo fue algo nuevo. Al contrario, sus inquietudes sobre el cristianismo son inquietudes que muchas personas también tienen, y es en este sentido que pienso que ella es un espejo para otras personas. En otras palabras, ella piensa y dice lo que otros piensan, pero no saben expresar. Por ejemplo, ella señala la hipocresía de algunos cristianos que predican una cosa, pero viven otra. Ella señala a los pastores y líderes religiosos que usan el evangelio para hacerle daño a las personas, para hacerse ricos, o para oprimir. Y, al final de sus señalamientos, cuestiona la necesidad de la religión para tener una relación con Dios (¿Necesitamos a la religión para tener una relación con Dios?). Todos estos señalamientos son válidos, y no son exclusivos de Alexandra Lúgaro.
Pero, si muy bien lo que señala Lúgaro es un espejo de lo que otros ateos también piensan, estos señalamientos no son exclusivos de personas ateas. Muchos cristianos tienen estas mismas preguntas, y a raíz de esto deciden dejar de ir a la iglesia, argumentando que la religión o la institución religiosa no es necesaria para tener una relación con Dios. “Yo puedo seguir siendo cristiano, aunque no vaya a la iglesia,” dicen algunos, por ejemplo. “Yo tengo a Dios en mi corazón. Eso es lo importante,” o “Yo soy espiritual, pero no religiosa.”
Frases como estas son muy comunes en el cristianismo moderno. La idea es que nuestra relación con Dios es algo personal, y no depende de ninguna religión, ninguna iglesia, ninguna doctrina, o incluso de ningún libro (como la Biblia). El mismo Héctor dice, en esta entrevista, que “Yo no vivo una religión. Yo vivo una relación con Jesús.” Pero, Héctor no es el único que piensa así.
Hace unas semanas atrás vi parte de una entrevista entre Molusco y Farruko, otro artista de música urbana recién convertido al cristianismo. Molusco comenta que Farruko se salió de la iglesia, y Farruko responde que no es que se fue de la iglesia, sino que “No dejé que una doctrina definiera cuál iba a ser mi relación con Dios.” Luego, Molusco señala que, al inicio de su conversión, dejó de hacer música secular, y comenzó a predicar, etc. Pero, que desde un tiempo para acá ya no está predicando, lo vemos con ropa cara, “Y yo sé que tú puedes amar a Dios, escuchar prédicas, y también hacer esto.” En respuesta, Farruko explica que muchas personas piensan que un cristiano tiene que comportarse de cierta forma y que, si no se comporta de esa forma, no es un cristiano. Al final se pregunta, “¿Quién es el que dijo que ese marco es el que realmente te hace cristiano?” La implicación aquí, nuevamente, es que nuestra relación con Dios es algo personal, y su expresión va a ser distinta para cada persona. Algunos cristianos van a ir a la iglesia, y otros no. Algunos van a cambiar su forma de vestir o comportarse, otros no. Nada de esto, según estas personas, cambia tu relación con Dios.
Pero ¿esto es cierto? ¿Realmente nosotros podemos tener una relación personal con Dios, sin necesidad de alguna religión, doctrina, iglesia, o libro? Creo que la respuesta a esa pregunta va a depender de a qué Dios tú te refieres cuando dices que tienes una relación con Dios. Recordemos que aquí no estamos hablando de un concepto de Dios general. Las personas que he mencionado, aquí, son cristianas, y escribo esto desde una perspectiva cristiana. A mí no me interesa mucho si miembros de otra religión piensan que no necesitan de la religión para tener una relación con su dios o dioses. Allá ellos con sus creencias. Tampoco me importa mucho si los ateos piensan así porque es más que lógico que crean esto. Mi preocupación mayor es cuando escucho a personas cristianas decir que no necesitan de la religión para tener una relación con Dios porque no se dan cuenta de lo contradictorio y potencialmente destructivo que es esta mentalidad.
Para entender el problema, debemos de definir los términos. Primeramente, ¿qué es un cristiano? Por definición, un cristiano es un seguidor de Cristo. Es decir, una persona que cree en Jesús y Sus enseñanzas. Ahora, analicemos esto de forma lógica. ¿Quién es Jesús? Y, ¿cuáles son Sus enseñanzas? Para ser un seguidor de Cristo, lógicamente tenemos que poder contestar estas dos preguntas. Si no sabemos quién es Jesús, ni sabemos lo que enseñó, ¿cómo le podemos seguir? Lógicamente, no podríamos. Pero, aquí es donde el cristiano moderno tiene un problema. La única fuente confiable que tenemos sobre la vida, ministerio, y enseñanzas de Jesús es la Biblia. Quiere decir, entonces, que, para ser cristiano, necesitamos creer en la Biblia. Pero, el cristiano moderno dice que no necesita de ningún libro para tener una relación con Dios. Pero, si rechazamos a la Biblia, ¿cómo podemos seguir a Cristo? Aquí podemos ver, entonces, el primer problema con esta postura. El verdadero cristianismo es aquel que se conforma a lo que la Biblia enseña, lo cual implica cierta estructura (doctrina, iglesia, religión), y esto es inevitable.
Pero, digamos que la persona responde que no necesita creer en la Biblia entera para creer en Cristo; solo necesita seguir las partes que hablan sobre Jesús, como tal (los evangelios, por ejemplo). Pues, aquí vamos al segundo problema. ¿Qué es lo que enseñó Jesús? La realidad es que enseñó muchas cosas, pero me enfocaré en las enseñanzas que tienen relevancia directa con el tema que estoy discutiendo, aquí. Cuando estudiamos las creencias y enseñanzas de Jesús, vemos que, por ejemplo, Jesús creía en la inspiración y autoridad del antiguo testamento (Mateo 5:17-18). Por ejemplo, al antiguo testamento, Jesús le llamó “escritura” (Juan 5:39), un término que, en Su tiempo, se usaba exclusivamente para la Palabra de Dios. Además de esto, una y otra vez Jesús apela al antiguo testamento para enseñar (Lucas 18:20), o para demostrar su poder profético (Lucas 24:44-46). Y, frecuentemente cita al antiguo testamento con las palabras “escrito está” (Mateo 4:1-11), una frase que sólo se usa en el nuevo testamento para referirse a la Palabra de Dios en el antiguo testamento.
Si vamos a seguir a Jesús, entonces, tenemos que creer en el antiguo testamento, tal como Él creía y enseñaba.
Además de la autoridad del antiguo testamento, Jesús nos dijo que, si le amamos, debemos de seguir Sus mandamientos (Juan 14:21). Esto implica que existen ciertas enseñanzas (doctrinas) las cuales el cristiano está obligado a obedecer (aunque no lo hacemos por obligación, sino por amor). Y, por último, Jesús afirmó la autoridad de los apóstoles para enseñar y predicar (Mateo 10:14-15). Incluso, Jesús nos dice que el que obedece a los apóstoles, le obedece a Él; y el que rechace a los apóstoles, lo rechaza a Él (Lucas 10:16). Esto implica, entonces, que el cristiano tiene cierta obligación de creer y afirmar las enseñanzas de los apóstoles en el nuevo testamento, al igual que el resto de la Biblia. Pero, si hacemos esto, nos encontramos con el “problema” de que las cartas del nuevo testamento afirman, una y otra vez, la sana doctrina (Tito 2:1), la inspiración de las Escrituras (2 Timoteo 3:16), y la iglesia (Efesios 1:22-23).
Podemos ver, entonces, que aun si partimos de la premisa de que sólo debemos de seguir a Cristo, terminamos con un Cristo que afirma precisamente los elementos de la religión que algunos están intentando rechazar. Y, esto me lleva a la pregunta de Farruko, mencionada, arriba. Él pregunta, “¿Quién es el que dijo que ese marco es el que realmente te hace cristiano?” Podemos ver que la respuesta a esa pregunta es: Jesús mismo. Jesús es quien afirma la Biblia, la doctrina, y la iglesia, y nos dice que hagamos lo mismo. Si decimos seguir a Cristo, entonces, no podemos desligarnos de la religión.
Esto me lleva a la segunda definición: religión. ¿Qué es la religión? Pues, la definición básica de “religión” es el “conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad.” Si tú dices tener una relación con Dios, lo primero que te voy a preguntar es, ¿Quién es ese Dios? Una vez comienzas a contestar esta pregunta (el Creador, el Ser Supremo, el Omnipotente, amor, etc.), ya entraste en el mundo de la religión. Lo mismo sobre Cristo. Si tú me dices que eres cristiano/a, quiere decir que sigues a Cristo. Pero, seguir a Cristo implica seguir Sus enseñanzas. Esto, por definición, es una religión.
El punto aquí, entonces, es que, aunque se escucha bonito decir que el cristianismo “no es una religión; es una relación,” la realidad del caso es que esto no es del todo cierto. Cierto es que lo central es nuestra relación con Él, pero necesitamos entender que esa relación tiene ciertas implicaciones necesarias que, por definición, constituyen una religión (la religión del cristianismo).
Quiero terminar esto dejando dos cosas muy claras. Primero, nada de lo que he dicho aquí se debe de interpretar como una crítica ni de Héctor Delgado ni Farruko. No estoy tratando de señalarlos, ni cuestionar la genuinidad de su fe. Al contrario, por lo menos en el caso de Héctor queda más que claro (en mi percepción) que su amor por Cristo es genuino, y su pasión por las almas también. No conozco lo suficiente sobre Farruko para opinar, pero tampoco tengo alguna razón en este momento para dudar sobre su fe.
Segundo, el asunto que he descrito, aquí, no es un asunto meramente de semántica. No estoy hablando simplemente sobre la definición de “religión,” o el uso de esa palabra para describir nuestra relación con Dios. El asunto central aquí es que entendamos que existe una manera correcta de tener una relación con Dios, y una manera incorrecta. La manera correcta es aquella que se conforma a Su Palabra, mientras que la incorrecta es aquella que sea contraria a Su Palabra. De hecho, Dios mismo nos dice esto en más de una ocasión en la Biblia (la misma Biblia en la cual Jesús creía).
Por ejemplo, cuando Dios le da la Ley al pueblo de Israel, antes y después Él les advierte, “Yo soy Jehová vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 18:2-4). En otras palabras, Dios les está diciendo que existe una manera correcta, y una manera incorrecta, de tener una relación con Él. La correcta es aquella que se conforma a Sus mandamientos y estatutos. La incorrecta es aquella practicada por otras naciones. Hoy día tenemos una situación similar. Tenemos el cristianismo que refleja lo que la Biblia nos dice, y el cristianismo que refleja lo que la sociedad cree. Uno es correcto, y el otro no.
Quizás algunos están pensando, “Pero, eso es el antiguo testamento. Ya no estamos bajo la Ley, sino que estamos bajo la gracia.” Sin embargo, les recuerdo que Jesús mismo nos dijo que “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5:17). También les recuerdo que rechazar un pasaje simplemente porque se encuentra en el antiguo testamento es una práctica muy peligrosa, y poco práctica. En el mismo capítulo en el cual se encuentra el pasaje que acabo de citar (Levítico 18), por ejemplo, vemos mandatos en contra del adulterio, el bestialismo, el incesto, la idolatría, entre otras cosas. El antiguo testamento nos manda a no robar, no matar, y a amar a Dios con todo nuestro ser. Si vamos a rechazar al antiguo testamento simplemente porque “ya no estamos bajo la Ley,” tendríamos que rechazar todos estos mandamientos, también, lo cual es absurdo e insostenible.
Sencillamente, podemos rechazar a Su Palabra y seguir creyendo en Dios (en algún dios o dioses). Podemos rechazar a Su Palabra y seguir siendo buenas personas, aun siendo ateos. Pero, jamás podemos rechazar a Su Palabra y seguir siendo cristianos. Sencillamente, esto es imposible.
Sin embargo, esto es lo que muchos cristianos quieren hacer, hoy. Queremos seguir siendo cristianos, pero sin leer la Biblia, ir a la iglesia, etc. Pensamos que es completamente aceptable creer en Dios “a mi manera.” Pero, es importante entender que, si “mi manera” no es conforme a la manera de Dios, no podemos tener una relación genuina con ese Dios. El cristianismo que rechaza a la Biblia, la doctrina, o a la iglesia es un cristianismo sólo de nombre. Es el equivalente de decir que soy estadista, pero rechazar los principios de la estadidad y votar por la independencia cada plebiscito. Sencillamente, es una postura contradictoria.
Yo entiendo la intención de algunos de separar a la religión de Dios. Como en la entrevista de Héctor, la idea es que, aunque el ser humano falle, Dios nunca falla. Y, esto es verdad. También es cierto que yo puedo acudir a Dios directamente, sin necesidad de algún intermediario humano (un sacerdote o pastor, por ejemplo). Nuestra relación con Dios no se trata, principalmente, de leyes, reglas, cultos semanales, etc. Entiendo esto, perfectamente. Pero, cuidémonos de no usar esta verdad como una excusa para vivir nuestras vidas como se nos dé la gana, para no ir a la iglesia, no leer la Biblia, etc. Esto es lo que muchos cristianos quieren hacer, y debemos de entender que esto no logra una relación más firme con Dios; lo que logra es un cristianismo falso y diluido.
Seamos más cuidadosos en nuestras expresiones. No sea que, por tratar de evitar palabras controversiales (religión), terminemos rechazando al Dios con quien decimos tener una relación.
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